
¡ Viva Cristo Rey !
En Mi Corazón, En Mi Casa y En Mi Patria
HISTORIA DE LA
ADORACIÓN NOCTURNA

La asociación de la Adoración Nocturna fue fundada en Roma en febrero de 1809 por el canónigo coadjutor de la Iglesia de Santa María in Vía Lata, don Giacomo Sinibaldi; hizo el primer ensayo con algunos otros compañeros de Cabildo de permanecer durante toda la noche velando al Santísimo, en su Iglesia, en ocasión del jubileo de las cuarenta horas.
el 23 de abril de 1824 el Papa León XII la elevó a archicofradía, con la facultad de agregar y hacer partícipes de indulgencias a las asociaciones que se unieran a la asociación.
La fundación en México se dió el 28 de enero y se inauguró el 4 de febrero de 1900 como sección radicada en la iglesia de San Felipe de Jesús, en la ciudad de México. Fue agregada canónicamente a la archicofradía de la Adoración Nocturna del Santísimo Sacramento de Roma, el 5 de mayo de 1904, y elevada y constituida como asociación, con facultades a su Consejo nacional para agregar a otras asociaciones del mismo nombre y estatutos, el 29 de junio de 1913, por el Papa Pío X
NOSOTROS
La Adoración Nocturna Mexicana es una asociación católica pública de fieles con un solo ideal Cristo Eucaristía; una ley: los estatutos; un uniforme: el distintivo nacional; una bandera: la que juramos al ser recibidos en la Adoración Nocturna; un arma: el ritual.
La Adoración Nocturna tuvo origen desde los primeros tiempos del Cristianismo. Desde su institución, la Sagrada Eucaristía ha recibido incesantemente cultos de adoración, inclusive las horas de la noche, particularmente en las comunidades de religiosos, aunque con diversas prácticas anexas a sus respectivas reglas. Nacen la “vigilias” de Adoración Nocturna en la línea de las tradicionales vigilias nocturnas de oración desde los primeros tiempos cristianos, que se celebraban en las vísperas de las grandes fiestas litúrgicas y en las noches precedentes a los domingos, todas ellas inspiradas en la Vigilia
Pascual de la Resurrección (“madre de todas las vigilias”, como la llamaría San Agustín). Estas “vigilias” de oración fomentan la actitud cristiana fundamental del espíritu de vigilancia porque el Señor viene, está pasando… también cuando es de noche. “Dichosos los siervos a quienes el Señor, al volver, los encuentre en vela…” (Lc 12, 38). Y esto lo viven tanto almas contemplativas en el claustro o monasterio, como fieles seglares en medio del mundo actual.

